El Morral

Soy feliz como una lombriz que bajo tierra come y duerme sin que nada del exterior le preocupe. Estoy tranquilo como el ave que está en el nido escondido empollando con el estomago lleno, pensando en las sorpresas que me deparan al abrirse los cascarones de mi futuro. Siento que voy caminando por un prado verde con flores, arboles y cielo azul. Sin preocupaciones, sin estrés… Ya pasaron los tiempos tormentosos, solo hay calma en mi alma. Nada de zozobras ni tormentas, estoy en mi mar en calma, en mi taza de té a punto de ser bebida con un buen libro al lado. La música clásica alimenta mi espíritu y la sublime transición del exterior, que no me toca, me distrae. Es mi cuadro perfecto este día de invierno. Tal vez no sea feliz aun, pero este fugaz placer es un aliciente para dedicarme a buscar la salida a mi cotidianeidad. Me siento como un Adán, no hay nadie que me interrumpa, nadie que me moleste, sé que hay bueno y malo, sé que hay libertades intocables, pero estoy tan lleno...

Hace un poco más de una semana que no se de ti. Y mi vida sigue: sigo leyendo, sigo trabajando, sigo buscando algo que no se lo que es y no sé si exista; en resumidas cuentas, sigo viviendo. No te voy a mentir, al mismo tiempo que hago todo eso, también pienso en ti. Pienso en ti cuando me levanto, a media mañana, cuando almuerzo tal vez y en las noches cuando tengo frio y leo mi novela extremadamente romántica y trágica (como mi vida). Eso no significa que te sigo queriendo y te sigo pensando como antes, más bien, ahora cuando pienso en ti es como ver un retrato, es lindo que esté ahí, pero no se moverá y soy yo el que tiene q seguir. Eres un retrato más en mi pared. Una foto más en mi muro. Quise que fueras más que eso, pero ambos sabemos que no estabas listo. Ambos sabemos que ese no era "nuestro momento" y que solo estabas a mi lado para que tú descubras y yo, aprenda. Y espero que hayas descubierto q signifiqué para ti, espero que a estas alturas del mes, ha...

Hoy es una de esas noches que son pesadas, la melancolía invade el alma y el frio hace que cualquier contacto humano sea requerido y más si viene de la persona a la que extrañas. Tengo que admitir que extraño. Es la primera noche en que extraño hablarle desde que comenzamos a salir oficialmente. Generalmente la melancolía sucedía en las mañanas y cuando estaba aburrido pero ahora es oficial “extraño a Sebas” ¿o no? Ahora me acorde de él porque empecé a cantar algo que cantamos juntos cuando empezamos a salir. “El día que de mí te enamores yo…” es una canción algo antigua pero que, ahora que lo pienso, yo se la hubiera cantado en cierto momento y hubiera tenido mucho sentido respecto a lo que yo quería de él. Me acorde de cómo me abrazaba cuando caminábamos por las calles de Miraflores, de cómo me sentía tan feliz. O creía serlo. El “o no” del primer párrafo viene debido a que, no sé si extraño a Sebas o a la sensación de tenerlo a mi lado. Extrañar esa sensación de “felicidad...

Parece que ya termino todo, se acabó por fin la maldición de tener que hablarte todos los días, el dolor de tener que saber de ti siempre. Ese dolor al que yo estaba tan acostumbrado, esa maldición que llegue a querer con todo mi corazón por tan poco tiempo. Desde el jueves que te deseé un gran ciclo de universidad no he vuelto a saber de ti. Esa tenía que ser nuestra despedida ¿tenia? No sé, solo debía de suceder así, tal vez. Nunca supe cómo actuar contigo, no desde que me destruiste el cielo con tu “mejor dejémoslo ahí” me sentía raro conmigo mismo, no sabía de dónde partir y no tenía claro un objetivo. Te mostré mi corazón y tu no supiste que hacer con él. Creo que aunque lo sepas ahora, ya es un poco tarde. Fui feliz, no lo niego, sin embargo la felicidad es algo tan efímero en mi vida que ya me estoy acostumbrando a dejarla ir cuando dice “hasta aquí, no más”. Estoy en un punto en que me duele aún recordar todo lo que hicimos juntos, aunque también estoy ansioso por desc...