Here comes the sun (la primavera eterna y correcta)

Me considero un místico de los tiempos actuales, a quien, mi Padre Dios, ha hecho ver sus grandezas y me ha permitido ser partícipe de sus maravillas incluso cuando yo soy el más pecador de sus hijos. Me contento en pensar que, si a mí que soy un pobre pecador me ha hecho ver sus señales; imaginen que hará ver a la gente que sigue sus designios al pie de la letra.

Si fuera uno de ellos no pararía de llorar, las lágrimas más felices que habría soltado. Volaría en mi propia felicidad sostenido por Él ya que sin Él no somos nada. Vivamos en amor y caridad y en mucha fe para poder alcanzar la felicidad perpetua, esa que es eterna. No aquí, sino en La Casa del Señor. Que la entrega hacia el amor y la fortaleza nos inunden, que en nuestras almas hayan caudales de gracia, seamos faros de luz (de amor) para los que no quieren ver, guerreros contra el maligno, nuestro enemigo.


El Espíritu Santo guía mis dedos al escribir esto, para alabarle y adorarle con mi escritura. Amémosle y dejémonos conducir por sus senderos. Nos vemos en el camino, mis hermanos en Cristo Jesús.


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