Felicidad en el alma y paz interior (El poder de la confesión)

Paz, ya no soy esclavo de nada. Me siento libre, me siento feliz, liviano, sin ataduras a esta tierra. Es una sensación rara, ya que lo único que hice fue contarle a Dios mis pecados. Este es el poder de la confesión, el poder que tiene ser humilde de corazón, hacernos nada, ser conscientes de la nada que somos y que no podemos vivir sin la ayuda que nos da nuestro Creador. Nuestra esencia es Él.

No me había dado cuenta lo pesado que el pecado me hacía, es como si, literalmente, me hubieran quitado una roca de la espalda. Feliz como si me hubieran dicho que no tengo que trabajar jamás y que solo disfrute. Esta es la clase de felicidad que mi corazón buscaba desesperadamente el año pasado. Y aunque mis defectos me llevan por otra parte, Dios siempre me espera para abrazarme y hacerme feliz. No importa que tan pecadores seamos, Su amor puede contra toda culpa y siempre está paciente a nuestro lado.


Dios entrega toda esta capacidad de ser felices y a cambio, sólo pide nuestro amor y que seamos buenos. Él hará el resto. 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Sexo No

El día en que el tiempo se detuvo (por un minuto)

Rendido