Estancado en la nada
Cada clase, una esperanza. Cada noche una desilusión…
Así me siento todos los días que voy a la San Ignacio, me siento tan solo en un mundo tan grande que es la universidad. Si estoy o no estoy en el salón no importaría mucho porque a nadie le importo ahí. No fue un buen comienzo con la gente, yo me cerré mucho en mí mismo, no deje salir lo real y verdadero de mi persona, tal vez por miedo, por temor al rechazo o por no saber cómo actuar en ese grupo.
Siento que no tengo una relación estrecha con ellos, no fue como con mis amigos del D’Gallia (a los cuales adoroooo!!!). En esas clases, no existo, soy un par de manos más haciendo lo que deben hacer. A estas alturas en cualquier otro sitio ya hubiera tenido un mejor amigo o alguien con quien hablar seguido todos los días, pero no es el caso. Tengo compañeros, no amigos. Cuando creo que al fin encajo, termina la clase, vuelvo feliz a mi casa creyendo que ya encajo pero llega un nuevo día para estudiar y todo vuelve a la normalidad.
Me han invitado a salir el día jueves, espero poder mostrarme tal cual soy y espero que ellos me acepten… Eso es lo único que quiero ser aceptado y poder hablar bastante con ellos, sino sentiría que no pertenezco a ningún lugar, algunas veces pienso que no debería haberme metido a estudiar ahí. Pero Dios hace las cosas por algo, de eso estoy seguro... No me defraudó y no lo comenzará a hacer ahora, es solo una prueba más.
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