Piel de Sol y Mar

Después de casi 22 horas de viaje rumbo al resort en el norte del Perú (Tumbes) hicimos una parada. La playa/caleta se llama “Las Tortugas”, es una reserva natural para ver a las tortugas marinas nadando libremente junto con las personas y para verlas y tomarles foto.  La camioneta bajó por unas curvas interminables y por fin descendimos en tierra firme a estirar las piernas.

Desde que entramos a la caleta pude ver que había algunos chicos simpáticos con el cuerpo bien formado y mi cabeza volaba imaginando que alguno de ellos podría ser mi futura pareja ideal (Tan iluso llego a ser algunas veces). La camioneta se estaciono a la entrada de un puente, bajamos y ahí le vi. Era un joven de unos 20 años, con un polo manga cero donde  salina unos brazos formados por tanto nadar. La piel de un color naranja, debido al sol y el cabello cobrizo por la sal del mar.

Se presento ante nosotros como Daniel, nuestro guía. Y yo encantadísimo de que lo fuera. Seguimos nuestro camino para ver a las tortugas y él me hablaba de cómo eran y que hacían las tortugas y me pregunto si quería bajar con ellas a nadar, a lo que yo respondí tristemente que no. Me conto que vivía en Lima, pero que se quedaría tiempo indefinido por ese lugar, al parecer su único amor era el mar, se alejó.

Daniel se perdió de mi vista. No lo vi hasta que salí. Y le dije “Adiós” fue un encuentro muy rápido pero me gusto ya que fue el único roce que tuve con un chico durante todo el viaje y mi estadía en Tumbes. Aún lo recuerdo y quería inmortalizarlo porque vale la pena. No quiero olvidarlo, no sé porque pero se quedara en la memoria por siempre como el muchacho con el sol y la sal del mar en su piel. 


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