Una Lección Más (La Caída)

Después del colerón que tuve en el teatro, el cual explicaré mas adelante, me he propuesto ser mas humilde, pero yo me preguntaba ¿Cómo hago? reconozco que soy soberbio, que soy arrogante, prepotente, mandón, etc. Lo que yo siempre he querido ha sido sobresalir en todo, y en el colegio, ni en la universidad he podido, en mi instituto de cocina era un chico nerd mas, pero ahora en el teatro, algo en mi cambió, fue como si mi personalidad ultima, la más perfeccionada, la ultima de mis transformaciones, aflorara en mí. Mi seguridad creció bastante, mi autoconfianza aumento y pude ser yo mismo sin mis ataduras, creyéndome el centro del mundo y del universo.

Pues eso de alguna forma tenía que cambiar. Ya se acerca la obra de fin de año para la cual nos hemos preparado demasiado estos últimos 5 meses haciéndonos perder la vergüenza a hablar en público de muchas formas. Yo me hice muy amigo de la profesora en mi taller de teatro y eso me hacía creer que era superior a los demás alumnos, yo sabía que eso no era cierto pero mi ego es un poco terco y me hacía alucinar cosas que no eran.

No fue hasta la presentación que tuvimos frente al director del teatro que se me desinflaron los globos de ego que me subieron a las estrellas. Según mi opinión actué de la mejor manera, tuve percances pero los supe arreglar, me pude desenvolver bien y lo hice según mi libreto. Pero no fue así. El director me dijo que casi ni se me escuchó, que no tengo presencia escénica y que solo hubo una de tantas frases que me salió bien. UNA. Eso me destruyó. Me sentí el peor actor del mundo ¿pero que estaba hablando? Yo en primer lugar nunca quise ser actor y me metí para ver cómo era. Lastimosamente me involucré mucho en el proceso de aprendizaje.


La sensación de decepción de mi mismo era devastadora, a los demás los habían criticado pero no se sentían como yo, supuse que era porque no les interesaba pero ahora sé que ellos lo tomaron de mejor manera, ya que asumen su papel de alumnos y no se creen superiores como yo. Fue un golpe duro, pero tendría que prepararme para lo peor. A la semana siguiente, vendría la elección de papeles para la obra de fin de año, y yo supuse en mi aun alto ego que yo iba a ser el protagónico “¿Quién mas sino soy yo?” pensaba. Pues no fue así, eligieron a otro. 

Salí sonriendo de la clase pero la cólera, la impotencia de no poderle hacer algo al nuevo protagonista era horrible, YO DEBIA DE SER EL PROTAGONISTA. Se me salían las lagrimas en el camino de regreso a mi casa y cuando llegue despotrique contra todo, gritaba, me quejaba, porque YO DEBIA DE SER EL PROTAGONISTA no es feo y asqueroso de pelo grasiento, soy castaño y blanco, DEBIA DE SER YO... y para darle la cereza al pastel me habían dado un personaje de relleno, si me moría al principio de la obra o fuera de ella iba a ser poco o nada la diferencia que eso causaría.

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