Déjame ser el amor.
El sábado descargué
Tinder, la app para conocer gente y a tu potencial agarre o novio. Me di cuenta
que aún tengo lo mío, por más vanidoso que eso suene. En 5 días he conocido a
varias personas pero de verdad que es desgastante tener que estarse presentando
a cada rato con cada persona.
Christian vio que
estaba ahí porque él también está y creo que se molestó al verme, le hablé y
nunca me respondió. Estuve pensando en él estos últimos días y he decidido
hablarle el domingo ya que se cumple el mes de la última vez que hablamos y él
me dijo que podíamos tener “nuestro 23” en la última llamada que hicimos. Ese 23
es este domingo.
A la vez que
quisiera volver con él tengo miedo de hacerlo. Siento que durante el tiempo que
estuve con él me oscurecí y no quiero perder mi luz. No quiero que juntándome
con alguien vuelva a ser la misma persona amargada y superficial que fui por un
año. Yo mismo sentía que mi luminosidad estaba opaca, Ya no era misericordioso,
no tenía paciencia, me convertí en un gruñón y no le tenía paciencia ni a mis
padres, cosa que construí en los años previos a Chris.
Ahora siento que
estoy volviendo a ese camino. Y no lo quiero perder. Ahora entiendo la película "Comer, Rezar, Amar" cuando la protagonista no quería amar a la persona que se
había encontrado. Se iba a perder a sí misma. No quiero eso. No quiero perderme
otra vez en la nebulosa de alguien más. Quiero ser yo y resplandecer siempre.
Pero también quisiera encontrar a alguien que me acompañe en el camino.
Quiero ser luz
para el mundo, llevar ese brillo donde todo sea oscuridad. Quiero ser como la
oración de San Francisco y llevar todo lo necesario a esos lugares donde más se
necesite. Quiero ser médico de almas, de cuerpos, de corazones. Quiero sanar y
ser sanado. Quiero servir y no ser servido. Quiero entregarme al servicio.
Quiero amar y ser amado. Quiero…
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