Y tu eres... ¿?
Luis Carlos vino a Lima, la persona con la cual me enojaba vía Skype, con la que tanto he hablado, discutido, argumentado, contradicho, etc., etc., etc.… Fui a verlo a su hotel, como toda niña de su casa, tuve q ir a recogerlo. La primera impresión fue abrumadora, el chico con la cabeza amplia, cuerpo ancho y manos relativamente normales que veía por la cámara no estaba. Con un “¿Omar La Torre?” apareció la figura de un sujeto delgado, no tan alto, con la cabeza algo chica para su cuerpo (aunque extrañamente luego fue tomando medidas regulares) y manos diminutas; a esta aparición le acompañaba un olor a perfume fuerte que se impregnaba en toda cosa o ser viviente que estuviera cerca de él por más de 3 minutos. Después de reponerme de la sorpresa de aquel encuentro, vino la conversación, para adaptarnos más a nuestras formas físicas (en el buen sentido) luego fuimos a tomar algo, y apareció el Luis Carlos con el que siempre tuve contacto: el insufrible, engreído, inmaduro, soberbio (a...