Donde la Tranquilidad No Existe

Nada de cambios, todo sigue igual. La misma rutina de siempre. Quedarme hasta tarde hablando tonterías con Manuel, yo dividiéndome entres ser solo su amigo o ser un pretendiente sin futuro. Todo sigue igual desde hace semanas. Me he convertido en una esponja que absorbe problemas y se deprime por todo. He llegado a un nuevo fondo, en donde la palabra “Tranquilidad” es un espejismo o solo un recuerdo de épocas inmemoriales.

Tanto pedía emoción en mi vida, que se me cumplió. Ahora mi vida es una lata de gusanos, una caja de chocolates rancios, nunca se sabe si lo vendrá es peor o irá mejorando, mi existencia es telenovelesca, soy el protagonista bueno, el actor secundario y el villano a la vez. La decisión está hecha, me iré a terapia en estos días para ver como mejoro mi autoestima. La necesidad de salir de este ciclo al fin ha llegado.

Ya es tiempo de paz. Necesito q esa noche que aun no muere, esa nube gris encima de mí, desaparezca de una vez. Necesito que alguien me diga “un día después de la tormenta, cuando menos lo pienses saldrá el sol”. Creo que ni Shakira podría pasar por esto, palabras de amistad me llegan desde el norte y desde mi centro, sin embargo el corazón se ha rehusado a escuchar.

-Siento sueño y cansancio
-Duerme pues
-No puedo
-¿Por qué?
-Me pueden hablar y decir cosas bonitas; además se puede enojar sino le hablo.  

A ese punto he llegado, en anteponer sus intereses a mis necesidades. Espero que me hable y se preocupe por mí (falta de autoestima) cuando en estos momentos, puede estar hablándole al idiota de su ex riéndose y pensando en un futuro con él. Omar por este lado, pudriéndose en su lecho. ¿En qué momento me volví así? Soy su títere. Aun así hay un chispazo de orgullo que me dice que él me extrañara mucho más que yo cuando nos alejemos. Cuando la separación me de la estabilidad que tanto requiero y a él lo hunda más en su locura y depresión. Reiré al final.