Frío Otoñal


Me viste partir, fue un sufrimiento muy grande dejarte. Tal vez algo muy grande que no me esperaba, y lo que se venía era mucho peor. Caminamos, ya nos habíamos dicho adiós. Charlábamos de una forma en la cual nunca más lo haríamos, sin las ataduras de la relación, con un verano terminándose, con las lágrimas cayendo desde el cielo. Premoniciones de un mal año.

Llegamos al umbral, volteé a verte, los surcos es las caras estaban trazados, solo un paso más para que el mundo que conocía se volviera tan frágil como un cristal, un solo gesto, un abrazo para romperlo. Me atreví, nos atrevimos, como un par de meses atrás. Se rasgó la realidad, comenzó el sufrimiento lento y silencioso del olvido imposible.

Unos segundos, una eternidad, una escena, una imagen permanente; llegó el segundo “adiós”, el que aun tengo guardado junto a las promesas que hicimos, que nunca cumplimos. Me hubiera gustado no reprimir ningún sentimiento y soltarlo en ese abrazo, el destino me daría más oportunidades pero no las supe aprovechar.

Me di la vuelta, me aleje firme, un segundo de inseguridad y volver a verte, ya no estabas… nunca lo estuviste… Casi Adiós para Siempre

Comentarios

Entradas populares de este blog

Sexo No

El día en que el tiempo se detuvo (por un minuto)

Rendido