Coloreando el gris
Día perfecto para
escribir y deprimirse… Cielo nublado y clima frio. Ideal para caminar pensando
en cosas tristes, para liberarlas de las cadenas de mis recuerdos o para
atarlas más a mi memoria.
Eso es lo que
generalmente haría en un día tan sombrío como hoy. Pero ahora ya es de noche, y
lo que planeaba hacer, no hice. ¿Por qué ensombrecer mas el día cuando se puede
colorear la soledad tan gris de otra persona? Eso concluyo.
Pase la tarde perfecta
de invierno en la casa de mi abuela a la que ahora llamaré “mis cuarteles de
invierno”. Esa casa es demasiado hermosa cuando el sol la ilumina, en días de
verano me hace acordar a mi infancia.
Cuando solo pensaba en la comida que preparaban mis tías, en cómo ganar los
juegos que mi hermano inventaba o en los helados que mi mamá compraba para
todos. Ahora en el Pseudo-invierno que vivimos, la casa es tan cálida como un
abrazo de un oso grande y viejo que te cuenta las mismas historias todos los
días pero historias que jamás aburren.
Ya no tengo abuelas a
quienes visitar, pero en cambio tengo una tía, la más anciana de todas mis tías
cercanas, aunque de anciana no tiene nada. Ella cuido de mí como si fuera una
segunda madre, dándome todo o que podía y ahora me gusta retribuirle todo lo que
hizo. Guarda tantas memorias de muy buenos momentos vividos que pelean
diariamente con la edad para no irse de su mente. Ella vive con su hermano y su
familia. Pero todos tienen cosas que hacer, y nadie está con ella por las
tardes. Yo voy todas las semanas, al menos 2 días, en los que la acompaño.
Hoy fue uno de esos
días. Hablamos de todas las cosas que tiene que hacer para antes de junio. No
eran muchas cosas; pero al menos organizarlas nos entretiene. Vimos fotos de
sus buenas épocas, de su trabajo como profesora en el colegio “La Recoleta”, de
los viajes con sus alumnos, de las fiestas con su familia; también planeamos
algunas actividades que por falta de tiempo siempre terminamos posponiéndolas y
comimos los dulces que preparo semanalmente para ella. Y así se fue mi tarde,
que supuestamente iba a ser una de las mas deprimentes del mes, dandole (y
darme) tiempo de calidad a (mi) tía.
Ahora es como una
abuela para mí. Es mi abuela sustituta, aunque odiaría que le diga así
(jajaja). Cada vez que paso un muy buen tiempo con ella hablando de todo y
nada, al termino del día siempre me repito “cuanta falta me harás cuando ya no
estés”. Si, lo siento, de alguna manera encuentro la manera de deprimirme. Pero
intento no pensar en eso y pensar en todo el tiempo que tengo con ella aún. Es
un montón y al paso que va mi tía creo q más.
Y así pase mi tarde en
mi “cuartel de invierno”, en mi casa de recuerdos, arrebatando soledades y
trazando planes, coloreando vidas (incluida la mía).
Comentarios
Publicar un comentario