Abdicación
Eran las 7:30am del
lunes 11 de febrero de 2013, todo iba muy normal: yo dormía, la alarma del
celular sonaba y vi un mensaje. Era de mi prima. Con la somnolencia encima,
leerlo fue un verdadero esfuerzo. Sin embargo, con los ojos algo cerrado y mi
cerebro medio dormido leí el mensaje que decía “El Papa ha renunciado, mira las noticias”. Al instante mi cerebro
reaccionó, no fue necesario leerlo 2 veces, y es que en menos de un segundo,
todo mi concepto de ser Papa y una gran base en la que ponía mi fe católica se
resquebrajara.
No quise ver ninguna
noticia, no podía, no quería creerlo. Recurrí a la persona más cercana a estos
temas en mi familia, mi hermano. Le pregunte si era cierto mediante mensajes de
texto. Y su respuesta no hizo más que seguir quebrando mis emociones. Con los
ojos ya muy llenos de lágrimas, intentaba no cuestionarme lo incuestionable,
pero las preguntas aparecían en mi mente. ¿Qué
ha pasado para que el Papa dimita? ¿Dónde está su fe en Dios? ¿Confió mas en
sus fuerzas humanas que en las fuerzas divinas por la cual nos movemos? Sentía
que preguntarme eso estaba mal. Eran preguntas dirigidas a un hombre en el cual
descansaba la iglesia en la tierra, quien tenía una actitud intachable. El hombre
más santo del mundo decía “Muchas gracias, pero hasta aquí nomás”
¿Era posible hacer
eso? Pues al parecer, sí. El derecho canónico si lo concibe en sus leyes. Pero,
repito ¿era posible? A todo esto mi hermano me decía que tuviera calma, la decisión,
la cual no fue cobarde, sino, más bien, valiente y humilde, la dice un hombre
que entrego todo por Cristo, que hizo cosas grandes en la Iglesia Católica. No nos
ha fallado, es así como lo quiere ver el mundo, como un perdedor que se va
derrotado. En realidad, es uno de los más valientes luchadores. Como yo le diría
“un ranger” completo y además sabio. Supo que ya no era prudente continuar, quizás,
si hubiera seguido, hubiera tomado decisiones incorrectas. A los 89 años todo
puede pasar.
Ahora me entero que a
ese hombre, a quien en algún momento tal vez tilde de miedoso o cobarde, tiene
el cuerpo molido, artrosis, no ve por un ojo, le fallan órganos internos. Como me
dijo mi hermano, EL Señor no quiere un Superman, quiere hombres entregados,
hombres santos, buenos cristianos. Y el ya cumplió con nosotros. Es tiempo de
dejarle a alguien más joven el cargo. Alguien que tenga todas sus facultades en
buen estado. Y que pueda continuar en el trono de San Pedro.
Después de escribir
esto, me siento más tranquilo. Es un peso que me he quitado de encima, con esto
pido perdón a Dios por cuestionar Su Plan Divino. Solo queda rezar por el final
de un pontificado y el comienzo de otro. Por un gran futuro de cambios buenos y
por el amor que hace que todo viva.
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