Buen camino a la locura


Este post iba a ser una retahíla mas de mis depresiones, de cómo encontré a mi nuevo mejor amigo justo cuando más lo necesitaba y lo pedía a gritos al cielo; y de cómo (una vez mas) se me escapan las amistades como arena de la mano. No sé si será buena o mala suerte, las cosas suceden por ciertas razones que en un futuro sabremos entender. No entiendo aún porque suceden estas cosas, ¿Por qué los amigos se me van? 
¿Por qué no tengo amigos hombres? Es algo que tendré que descubrir a lo largo de este proceso.
Su nombre es como el de cierta persona que jure borrar de mi blog. Comienza con “J” y termina en “orge”. 

Al parecer este nombre es mi bendición/maldición este año, es así como se llama mi ex-bff también, el cual perdí entre plumas y lentejuelas de cierto lugar sin esperanza. Con este nuevo Jorge todo empezó y continúa siendo una forma rara de ver a un mejor amigo. Estudiamos en el mismo salón de clases, nos gustaba la misma persona (alguien que tal vez mencione en algún post reciente, sin embargo nos fuimos conociendo y encontramos que teníamos muchas cosas en común, más que el simple gusto por ese hombre de edad indescifrable e inteligencia perdida, que estudia con nosotros.

Me hice muy cercano a él y más aun cuando me conto su relación fallida de 5 años que terminó hace 2 meses, pude ver su lado más sensible y lo quise aún más. Nuestra relación amical fue sincera desde el inicio. Y nos seguimos sincerando con el tiempo. Ahora sabemos que yo siempre, hasta ahora, quise besarlo y yo se que gusto de mí en algún momento. Nos escribimos todos los días, casi a cada hora, su presencia se ha hecho tangible en mí día a día. Nos preocupamos mucho uno del otro, nos decimos apodos como “amor” o “esposo”; es como tener pareja sin tenerla. Por eso digo que nuestra relación amical es algo rara o muy diferente a las que he tenido hasta ahora.

Quise escribir esto hace días, pero me contuve hasta este fin de semana porque salí con él y sabia que pasarían cosas dignas de narrar y recordar. No me adelantaré hasta contar esta escena que sucedió hace una semana. Después de clases nuestra amiga nos lleva hasta cierto punto en nuestro recorrido de regreso a casa, ese día fuimos 4 personas incluyendo a la dueña del auto. Jorge y yo atrás, yo con una curiosidad de sentir como era sujetar su mano con la mía, de sentir un abrazo de él y un beso de su boca. Bueno solo sucedió lo primero y fue muy buen momento. Los abrazos nos los damos todos los días que nos vemos y el beso sucedió el pasado fin de semana.

Nos citamos a cierta hora supuestamente para salir a divertirnos, tomar algo y bailar. Yo iba con un plan diseñado, a prueba de imprevistos. Solo era cuestión de conseguirme un par de tragos, uno fuerte para mí y armarme de valor para quitarme la curiosidad asfixiante de darle un beso a ese ser de cuerpo delicado, facciones masculinas e indefenso contra ataques del corazón. Y así sucedió, claro que me tomo más de lo que estimé. Al fin bese a mi mejor amigo y se sintió tan genial poder quitarme de encima ese pensamiento.

Creo que desde ese momento lo quiero más, se que seremos amigos un poco más de tiempo, el se irá y al final (como siempre sucede) yo perderé contacto con él y la ausencia tan pesada que es estar in saber todo el día, se volverá como el aire que respiro después de perderle el rastro a ese hombre que debió llegar a mi vida un poco antes.

No puedo pensar esto sin que el llanto se asome a mis ojos, aun no me explico por qué. ¿Será porque siento más que amistad por él? No lo creo en realidad. Sé que como una pareja no funcionaríamos, tenemos el mismo gusto en hombres y no calzamos para nada en él. Por el momento solo se que lo extrañare demasiado… Uno más que se irá. 

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