Remanentes del adiós inconcluso

Hoy te vi, domingo y otra vez salió el sol, así como en esa tarde del sábado en la que viste mi lado más vulnerable. Vestías todo de azul y blanco, el azul es mi color favorito en caso que no lo sepas, creo que nunca hablamos de eso ¿Cuál será el tuyo? Sandalias azules, pantalón azul, y polo azul o celeste; ¿el blanco? El blanco era tu piel. Tú estabas feliz porque tu piel ya no estaba reseca, estaba “normal”. Si supieras que para mí, nunca nada de tí, me pareció “normal”… eres “extranormal”. Tu lindura no se compara con la de nadie, eres hermoso por fuera, y mucho mas por dentro. Un poco de miedo afea tu interior, pero sé que algún día, todos verán lo hermoso que eres internamente.

Estuvimos en tu casa, hablando de tus cosas, de las obras que habías ido a ver, de tu gata (estoy comenzando a querer los gatos más por ti), y no dejabas de decirme que no querías que yo me aburriera. Para que sepas, NUNCA me aburro a tu lado, así juguemos ajedrez o me expliques matemáticas.  Quise salir a ver un jardín y terminamos caminando toda una avenida principal, seguimos hablando, yo conociendo más tus calles, y aprendiendo más de letreros.

Ya estábamos de regreso a tu casa, cuando me dijiste “…te quiero…” y el mundo dentro de mi cabeza se derrumbó. Las paredes que había construido estos días para bloquearte, cayeron. No supe que responder, no podía articular algo concreto. Si te respondía “te quiero” podía espantarte. Y no lo hice. No quiero que te alejes de nuevo.

Seguimos avanzando y me abrazaste, derretiste mi corazón al instante. Quería sacar todas las palabras que este guardaba, y no las dije. Ahora mueren dentro de mí. No puedo retroceder el tiempo y tampoco quería romper esos momentos contigo. Ahora quiero decirte tantas cosas pero creo que ya es un poco tarde, no tengo una idea de cuándo te veré, ni cuando mi corazón dejará de sentir tantas cosas por ti. Me fui, con el silencio tapando mis labios. Pero con el corazón gritando tu nombre y rogando que no te alejes. 


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