Una promesa en un horizonte helado
Cuando salí con
Esteban el día miércoles me dijo que tenía un viaje planeado, por cuestiones de
trabajo se estaba yendo a la Antártida, así es, LA ANTÁRTIDA. Se me hizo en la
mente un escenario parecido al que viví con Dennis, cuando él se fue a su natal
Trujillo por fiestas navideñas, en donde él se olvido de mi existencia y me
borro de su banco de emociones y yo esperando acá su regreso ansioso como
baboso.
Desde ese miércoles Esteban
se tomó el atrevimiento de decime “cuando me vaya, ¿me esperarás?” yo me quedé
un poco nulo en responderle porque no lo conocía, es más aún lo conozco poco. Sin
embargo esa frase ¿Me esperarás? Caló
profundo en mi corazón. Generalmente no preguntan, simplemente, se van. Yo,
hasta el día de ayer no supe que responder. Pensaba: Esteban fue un clavo que
saco a otro clavo y puedo hacerlo con otro en caso que me olvide en La Antártida
con un pingüino.
Ayer salí con él en la
noche, y la pasamos genial, hablamos y caminamos o sea, de eso que hicimos el miércoles.
Sin embargo, Esteban tuvo un detalle, el cual me encantó, como promesa de que
volverá a buscarme y para hacerme saber su interés en mí, me dio su medalla de graduación
y me dijo: “Quédate con ella hasta que yo vuelva, es mi garantía de volver por ti.
Espérame” me sentí en las nubes, fue hermoso el detalle. Me hizo ver que, de
verdad, le intereso. Me gustó el más y todo se iluminó en la calle. Fue como un
fuego artificial en mi interior. No hay palabras para expresar la emoción y el
detalle.
Ayer fue el ultimo día
que lo vi en persona hasta su regreso del continente de hielo. Esperare por él
todo el tiempo que sea necesario, me dice que ve en nosotros una proyección a
futuro muy buena y eso me gusta. Mientras tanto, tengo que seguir viendo lo mi
negocio de dulces, ojalá que el tiempo pase más rápido de lo que creo. Este año
promete y soy re feliz.
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