La obstinación del corazón
Y llegó el sábado y tenía reunión con el sacerdote que me
iba a dar consejos.
El domingo yo estaba muy mal, demasiado deprimido. Había
soñado con Christian teniendo una pareja y esa pareja preguntándome el por qué
ya no quería continuar con él, y es que no es que no quería, sino que no podía
y rompí en llanto en el sueño y despertándome también lloré.
Es ahí que utilizo el recurso que me había dado un contacto
mío, Rafael, que me dijo el jueves de la semana pasada que llame al Padre Henry,
que el me puede ayudar. Pensé en llamarlo el lunes, sin embargo, ante la
emergencia recurro a él el domingo en la mañana.
Me habla y me dice que le visite, a lo que yo le digo que iré
el sábado a verle ya que, por la inmovilización, todos nos quedamos en casa. Esperé
pacientemente toda la semana sobre la cual he escrito en este blog y llegó, por
fin, el sábado.
Voy a verle muy nervioso, llego a la parroquia, me dicen que
pase al despacho parroquial y me recibe este individuo no tan alto, corpulento,
con una barriga bastante prominente que me hace preguntar si esa clase de
barrigas pesan. Me invita a pasar y comienza el coloquio en el que le abro mi
alma a alguien, que no es mi pareja, luego de 2 años y un poco más.
No necesitó escuchar mucho para decirme que mi problema de atracción
al mismo sexo (AMS) es porque he tenido problemas o traumas con mi papá desde que
estuve en el vientre de mi mamá. Cosa que no comparto porque mi papá nunca me
ha hecho daño, ahora no se que habrá pasado con mi mamá durante su embarazo
conmigo, lo único que me acuerdo haberle dicho decir es que fue un embarazo que
la pasó triste.
Volviendo al padre Henry, me dijo que él podría “curarme”
(yo he puesto las comillas) haciendo que no me gusten los chicos y quizás sí
las chicas, pero la verdad yo quiero que ya no me guste nadie, ni chicos ni
chicas ni nada que se mueva. Me confesó y me pidió que vuelva con él la
siguiente semana y que en 2 o 3 años veremos los resultados de las
conversaciones semanales. Morí.
Saliendo de la parroquia fui al parque de la casa de Chris
porque está como a 5 cuadras de la parroquia coincidentemente, me puse nervioso
otra vez y creo que este era el verdadero motivo de los nervios en primer
lugar. Llegué al parque y le mandé una foto a Chris de mí con su casa atrás. Me
dijo que esperara, que me iba a abrir. Y en lugar de abrirme él, me abrió su
mamá y sus hermanas incluida su empleada y la hija de ésta que son parte de la
familia. Me preguntaron que hacía por ahí, a lo que respondí que había ido a
una parroquia cerca y de casualidad llegué a su casa; en realidad todo lo había
planeado desde el domingo que hablé con el P. Henry (no me juzguen, pero
tampoco me arrepiento).
Me abrazaron todos y al final salió Chris, pensé que el reencuentro
sería más dramático, pero él malogró el momento cerrando la puerta de su casa y
dejándonos a todos en la calle, porque nadie tenía llave. Una vez conseguida la
llave proporcionada por su abuelita que a la vez es su vecina, pudimos entrar.
Me mostraron su casa y como la habían cambiado desde que no
estoy ahí, de igual forma me mostraron a las nuevas mascotas y conversamos
todos sentados en la sala como si fuera una visita de la familia. Me sentí tan
bien recibido y escribo esto con una sonrisa en la cara porque de verdad todos
son mis amigos y los quiero mucho.
Luego de conversar un rato corto, comer algún dulce y reírnos
me tuve q retirar. Recordaba cada espacio de esa casa en la cual viví lindos
momentos de mi 2019 con Chris. Me despedí de todos prometiendo regresar en otro
momento (se me ocurrió ir semanalmente, pero descarté la idea casi automáticamente)
el abrazo final con Chris fue largo como lo había imaginado y en el abrazo nos
dijimos muchas cosas “Vamos a ser fuertes” “Cuento contigo” “Te quiero mucho,
más de lo que imaginas”. Cosas tan implícitas como dichas verbalmente, pero de
otra forma. Me fui en el taxi con una sonrisa como la que tengo ahora mismo,
recordando lo que acababa de pasar, y con lágrimas porque no sabía cuando se
iba a repetir.
Pensé que me pondría mal en la noche, pero mi mejor amiga me
habló hasta que llegó el día siguiente por videollamada y me logró confortar.
Tengo miedo de fallarle a Dios en los planes que tiene para
mí, no quiero renunciar a mí mismo de nuevo buscando refugio en los brazos de
Chris o algún otro hombre, sin embargo, extraño a Chris mucho y me duele imaginarlo
con alguien más. Quiero seguir mi camino, aunque siento que estoy andando sobre
una tarima puesta encima del vacío, con los ojos vendados sin saber si el
siguiente paso que doy será rumbo a mi caída o a mi redención. Por la señal de
la Santa Cruz… (vuelvo a empezar).
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